Claudia Sheinbaum descartó por completo la entrada del ejército estadounidense al país, pese a que Donald Trump firmó una orden ejecutiva que autoriza operaciones militares contra los cárteles en el extranjero.

Ciudad de México, 15 de julio de 2025. — En una contundente postura, la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, aseguró este viernes que el gobierno estadounidense no enviará tropas al territorio mexicano, tras conocerse el contenido de una orden ejecutiva —que describió como secreta— firmada por el presidente Donald Trump, y destinada a autorizar acciones militares contra cárteles latinoamericanos considerados organizaciones terroristas.
“Estados Unidos no va a venir a México con los militares, no va a haber invasión, eso está descartado absolutamente” —afirmó Sheinbaum durante su conferencia matutina este viernes—, rechazando incluso la hipótesis de que fuerzas militares pudieran operar directa o indirectamente en suelo nacional.
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Soberanía como línea roja
El reporte original —publicado por The New York Times— reveló que Trump firmó una orden ejecutiva para que el Pentágono lleve a cabo operaciones militares contra los cárteles desde territorio extranjero. Esta orden generó alarma regional, culminando en la declaración de Sheinbaum de que “no hay riesgo de que vayan a intervenir en nuestro territorio”.
La Secretaría de Relaciones Exteriores también emitió un comunicado para reafirmar que México rechaza cualquier presencia militar estadounidense en su suelo, defendiendo la soberanía como valor no negociable.
En referencia a una llamada previa con Trump, Sheinbaum relató que éste le sugirió enviar tropas, propuesta que ella rechazó de forma tajante en favor de modalidades alternativas de cooperación, como intercambio de inteligencia, evitando la subordinación.
Acuerdo de salud bilateral sin intervención militar
La noticia llega en un contexto de negociaciones entre ambos países, centradas en la seguridad y aspectos comerciales. Aunque la administración Trump ha aumentado la presión mediante sanciones y definiciones dramáticas —como catalogar a los cárteles como organizaciones terroristas—, México ha mantenido firme que la cooperación seguirá siendo por vías civiles.
Hasta ahora, la opción militar ha sido descartada, y el gobierno mexicano insiste en que cualquier cooperación debe enmarcarse en el respeto a la soberanía nacional y en mecanismos civiles de seguridad.
La postura mexicana alinea con un consenso regional: después de años en los que las intervenciones directas quedaron atrás, los esfuerzos de cooperación se enfocan en inteligencia, capacitación y despliegues multiformato, tal como ocurrió durante el Plan Mérida.
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Intervenciones militares de EE. UU. en América Latina
El eco de estas declaraciones no puede desligarse de la memoria histórica en América Latina respecto a las intervenciones militares de Washington. En 1989, la invasión a Panamá para capturar a Manuel Antonio Noriega dejó centenares de muertos civiles y marcó un hito en la política exterior estadounidense. Antes, en 1965, tropas de Estados Unidos desembarcaron en República Dominicana con el argumento de evitar un gobierno afín al comunismo.
Durante la Guerra Fría, operaciones encubiertas en Centroamérica apoyaron dictaduras y conflictos armados que devastaron la región. Estos precedentes alimentan hoy el temor a que una estrategia contra los cárteles derive en episodios de violencia con altos costos humanitarios.
La firmeza de Claudia Sheinbaum ha marcado un punto de inflexión frente a una escalada retórica de Washington. Mientras Trump revaloriza enfoques intervencionistas originalmente asociados con la Doctrina Monroe, México remarca que la soberanía es indivisible.
El episodio no solo refuerza la posición institucional mexicana, sino que también redefine las fronteras de la cooperación bilateral: sí a la colaboración estratégica, pero nunca a la militarización del territorio. En ese terreno, México mantiene una línea firme, clara e innegociable.
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