
En un país donde la política ha sido históricamente un espacio dominado por hombres, las mujeres han ido abriendo camino no solo con discursos, sino con hechos. Hoy, en el marco del Día de las Madres, vale la pena recordar que muchas de las figuras femeninas más influyentes en la política mexicana han sido también madres, y han utilizado esa experiencia vital como parte de su liderazgo, narrativa y legitimidad pública.
Desde Rosario Ibarra de Piedra, madre en lucha incansable por los desaparecidos y símbolo de resistencia política desde los años setenta, hasta Rosario Robles, quien pese a la controversia fue una de las primeras mujeres en asumir la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal, el rol materno ha sido inseparable de su presencia pública. Más recientemente, figuras como Claudia Sheinbaum, primera mujer en encabezar la Ciudad de México electa por voto directo y actual presidenta de México, han construido parte de su narrativa desde la dimensión de la mujer trabajadora, científica, madre y política.
Y en Baja California tenemos un caso emblemático que no puede pasar desapercibido: Marina del Pilar Ávila Olmeda, actual gobernadora del estado. Su llegada al poder fue histórica por varias razones: es la primera mujer en ocupar la gubernatura, la más joven en hacerlo en la historia local y, sobre todo, la primera en integrar de manera pública y activa su papel de madre como parte de su identidad política. Su embarazo y posterior maternidad no fueron un impedimento para ejercer el poder, sino que se convirtieron en una bandera disruptiva en un escenario político que aún castiga la doble jornada femenina.
Marina del Pilar construyó una imagen sólida desde la autenticidad: no negó su vida privada, la integró. Hizo de su embarazo una declaración de principios, y convirtió cada aparición con su hija en una reafirmación del derecho de las mujeres a estar en todos los espacios. Lejos de la narrativa que invisibiliza la maternidad por temor a ser vista como “débil”, ella eligió el camino opuesto: demostrar que se puede gobernar con firmeza mientras se cría con amor.
Este gesto, lejos de ser menor, marca un hito cultural. En un estado tradicionalmente rudo en la arena política, la figura de una gobernadora joven, madre, abogada y militante de la Cuarta Transformación rompe el molde y redefine las coordenadas del poder. Es, al mismo tiempo, una figura política y una metáfora viviente de los nuevos liderazgos femeninos en México.
Pero no ha sido un camino sencillo. Las críticas sexistas y los ataques misóginos no han cesado. Desde cuestionamientos a su capacidad de decisión hasta juicios sobre su familia o su físico, la narrativa pública hacia Marina del Pilar ha estado plagada de estereotipos. Lo mismo le ocurrió a Sheinbaum y antes a muchas otras. En cambio, ningún gobernador varón es interpelado por el número de hijos que tiene ni por su tiempo en casa.
Esto evidencia una verdad incómoda: en México, la maternidad en la política es una espada de doble filo. Puede sumar afectos, pero también abre la puerta a ataques. Y sin embargo, es precisamente en ese filo donde muchas mujeres encuentran su mayor fortaleza. La experiencia de criar, sostener y educar moldea una perspectiva del poder distinta: más empática, más integral, más humana.
Desde Noticia Frontera, reivindicamos esa doble trinchera. Porque México también se ha construido entre pañales, aulas y tribunas. Porque cada madre política ha sembrado no solo ideas, sino futuros. Y porque cada vez que una mujer asume el poder sin dejar de ser madre, nos recuerda que la política también puede ser un acto de amor colectivo.