Noticia Frontera

En política no todo respaldo suma

CASTRO TRENTI y Maythé Méndez Vélez, el combo destinado a perder

En la antesala de las definiciones rumbo a las alcaldías y la gubernatura de Baja California, el tablero político comienza a moverse no por anuncios formales, sino por señales. Encuentros, fotografías, llamados a la unidad y discursos aparentemente neutros empiezan a revelar algo más profundo: la formación de respaldos políticos que, lejos de ser activos automáticos, pueden convertirse en pasivos si no se leen correctamente.

En política, sobre todo en procesos internos, no todo respaldo suma. Hay apoyos que construyen viabilidad, estructura y narrativa, y otros que simplemente exhiben una mala lectura del momento. El valor de una alianza no está en la foto ni en el discurso, sino en el peso real que aporta al proyecto que se dice acompañar.

En ese contexto se inscribe el reciente encuentro encabezado por Fernando Castro Trenti en Tecate. Más allá del mensaje de unidad y de la retórica de cohesión partidista, el acto dejó ver quiénes ya decidieron colocar su suerte política en una ruta específica y quiénes, con mayor cálculo, prefieren esperar señales más claras antes de comprometer su capital.

Porque elegir temprano no siempre significa elegir bien. En escenarios donde el tablero aún está en movimiento, apostar todo a una sola carta implica asumir riesgos que no todos están en condiciones de pagar. Y en la carrera interna de Morena, esos riesgos comienzan a hacerse visibles.

Uno de los movimientos más evidentes fue el de la diputada por Tecate, Maythé Méndez Vélez, quien no solo decidió respaldar abiertamente a Castro Trenti, sino que parece buscar que esa cercanía funcione como plataforma para su aspiración de convertirse en presidenta municipal de Tecate.

El problema no es la aspiración —legítima en cualquier trayectoria política—, sino el contexto en el que se construye. En los hechos, Maythé Méndez ha asumido una postura cada vez más confrontativa frente al gobierno municipal emanado del mismo partido, una administración encabezada por Román Cota, que atraviesa uno de sus mejores momentos en términos de aceptación ciudadana.

De acuerdo con las encuestas más recientes, Román Cota ha registrado en los últimos meses un ascenso importante y sostenido en sus niveles de aprobación. En ese escenario, colocarse como opositora interna frente a un gobierno en crecimiento no parece una jugada estratégica, sino una apuesta de alto riesgo.

A este cuadro se suma una incongruencia que no pasa desapercibida. Una de las críticas más reiteradas de la diputada hacia Román Cota ha sido señalarlo por su postura históricamente crítica frente al PRI, como si ese antecedente fuera hoy un lastre político.

El señalamiento resulta francamente contradictorio cuando se observa el perfil al que Maythé Méndez ha decidido respaldar. Fernando Castro Trenti no solo fue candidato a la gubernatura por el PRI en 2013, elección que perdió por alrededor de 25 mil votos, sino que además se ha mantenido durante años en la narrativa de que le “robaron” la elección, pese a que ningún tribunal electoral le dio la razón. Esa combinación lo coloca no solo como un mal candidato, sino también como un mal perdedor.

La pregunta es inevitable: ¿ser “anti PRI” es un problema cuando se gobierna Tecate, pero deja de serlo cuando se apuesta por un perfil formado, proyectado y derrotado desde ese mismo partido? Esa doble vara no solo debilita el discurso, sino que exhibe una falta de congruencia política difícil de ocultar.

El impacto de esta decisión no se limita al eje Tecate–Castro Trenti. En el resto del tablero estatal, otros aspirantes reales a la gubernatura observan y toman nota. Perfiles como Ismael BurgueñoJesús Alejandro Ruiz Uribe o Armando Ayala entienden que las definiciones tempranas hablan más del criterio político que de la lealtad partidista.

Para quienes aún calibran alianzas rumbo a la gubernatura, la decisión de Maythé Méndez envía una señal clara: ya decidió y lo hizo sin medir el costo de alinearse con un proyecto que hoy no aparece como el más competitivo. En lugar de sumar, esa definición resta margen de maniobra y reduce su valor como eventual aliada para otros proyectos estatales.

Así, más que un acto de unidad, el encuentro en Tecate funciona como una fotografía anticipada de quiénes ya definieron bando y quiénes podrían quedar atrapados en una apuesta equivocada. En política interna, no gana quien se mueve primero, sino quien entiende cuándo, cómo y con quién moverse.

Al final, el mensaje es claro: en esta etapa, la política no premia la lealtad automática ni los respaldos sin lectura estratégica. Premia la congruencia, el timing y la capacidad de entender que no todo respaldo suma… y que algunos combos, desde su origen, están destinados a perder.

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