
Desde el jueves, Tecate se ha convertido en el epicentro cultural del noroeste de México. Las calles llenas de visitantes, la actividad económica y el ambiente festivo por el Festival del Pan de la Catrina 2025, que concluye este domingo, confirman que el municipio vive uno de sus mejores momentos en años. Y detrás de ese impulso está la visión estratégica de un alcalde joven que ha sabido transformar la tradición en proyección: Román Cota Muñoz.
El festival no solo es el evento de Día de Muertos más importante del noroeste del país, sino también el ejemplo más claro de cómo una celebración puede convertirse en plataforma de desarrollo. Este año, el gobierno municipal estima una asistencia cercana a las 50 mil personas, una cifra que refleja el alcance de la convocatoria y el interés que Tecate ha despertado más allá de sus fronteras.
Con una planeación eficiente, coordinación entre dependencias y promoción constante, Cota ha logrado proyectar una imagen moderna y organizada del municipio. El evento ha generado derrama económica, fortalecimiento del turismo regional y, sobre todo, una narrativa de orgullo compartido. Tecate ya no es un punto de paso: es un destino con identidad propia.
Desde el inicio de su administración, Román Cota ha impulsado una agenda clara: reposicionar a Tecate como un municipio estratégico dentro de Baja California. Su estilo combina juventud, cercanía y resultados. En lugar de centrarse en el discurso político, ha optado por el trabajo tangible y por construir una relación directa con la ciudadanía.
Esa forma de gobernar comienza a rendir frutos. Las actividades del festival, la participación de la comunidad y el orden con el que se ha desarrollado, son una muestra del clima de estabilidad y cooperación que hoy distingue a Tecate. En tiempos donde muchos gobiernos locales enfrentan desgaste, Cota ha conseguido generar entusiasmo y confianza.
En su más reciente informe, el alcalde expresó una idea que ha resonado con fuerza: “Tecate es el corazón de Baja California.” La frase, retomada incluso por la gobernadora, se ha convertido en un reflejo del momento que vive el municipio. No como un lema vacío, sino como una afirmación que sintetiza la conexión entre el bienestar local y el progreso del estado.
El Festival del Pan de la Catrina es, en ese sentido, más que una celebración: es una estrategia de identidad territorial. Un mensaje visual y político que dice que Tecate tiene mucho que ofrecer, que puede generar movimiento económico y cultural propio, y que ha dejado de ser el municipio invisible del mapa.
El desafío ahora será sostener el impulso. Convertir esta visibilidad en proyectos permanentes, en más turismo, inversión y servicios públicos de calidad. Pero la ruta está trazada y el ánimo social acompaña. Cota ha logrado que su gestión se perciba con energía, coherencia y visión de largo plazo.
En un estado donde las miradas suelen concentrarse en Tijuana o Mexicali, Tecate ha logrado abrirse paso con orden, trabajo y una historia bien contada. Su alcalde ha sabido combinar estrategia con sensibilidad, resultados con identidad y juventud con madurez política.
Hoy, Tecate no solo celebra: se proyecta. Y en esa proyección, Román Cota ha demostrado que la nueva política también puede construirse con orgullo, planeación y resultados que se sienten.

