Noticia Frontera

Marcelo Machain destapa la cloaca de la corrupción en el gobierno de Monserrat Caballero

¡Lo señala con nombre y apellido! Jorge Figueroa habría operado el fraude del software millonario que nunca funcionó en la pasada administración municipal.

Tijuana, B.C. – El ex oficial mayor del Ayuntamiento de Tijuana, Marcelo Machain Servín, compareció este jueves ante la Sindicatura Procuradora, donde no solo respondió por presuntas irregularidades en su gestión, sino que también soltó una bomba: acusó directamente a Jorge Figueroa, actual funcionario federal, como uno de los principales responsables de una operación fraudulenta por más de 90 millones de pesos.

El motivo de su comparecencia fue esclarecer la compra de un software contable que costó al erario municipal 92 millones de pesos, pese a que versiones periodísticas afirman que el mismo sistema fue vendido en otras ciudades como Monterrey por apenas 3 millones. La diferencia abismal en el costo ha despertado sospechas y generado una investigación formal por parte de la Sindicatura.

Machain afirmó que dicha compra fue autorizada bajo presión y que él mismo advirtió que no debía realizarse, pero fue instruido directamente por el entonces secretario de Gobierno, Miguel Ángel Bujanda. Sin embargo, señaló que la operación fue orquestada por Jorge Figueroa, quien habría operado desde su posición privilegiada como enlace del poder económico y político.

Figueroa no es nuevo en los círculos de influencia. Fue presidente de Canacintra Tijuana, proveedor privilegiado durante los gobiernos panistas de Kiko Vega, y hoy ocupa un cargo federal como coordinador del Corredor Económico Peninsular. Desde ahí, según diversos testimonios y documentos, ha convertido su oficina en un trampolín político y financiero. Su nombre, ahora ligado al escándalo del software, suma una raya más a un expediente ya cuestionado.

La denuncia de Machain se da justo en medio del ruido político que coloca a Figueroa como uno de los aspirantes a la alcaldía de Tijuana por Morena en 2027. Su repentina transformación de crítico del presidente López Obrador a “morenista convencido” ha sido ampliamente cuestionada. En 2023 marchó contra AMLO, mientras sus empresas cobraban millones en contratos públicos con gobiernos morenistas. En solo dos años, recibió al menos 13.85 millones de pesos en adjudicaciones directas en Baja California.

Más que transformación, lo suyo parece una mutación estratégica. Su campaña digital se ha intensificado en redes sociales con mensajes motivacionales, frases prefabricadas y una legión de bots que promocionan su imagen como “el empresario que Tijuana necesita”. Los mismos perfiles que comparten elogios a Figueroa, también difunden fake news contra Claudia Sheinbaum o recomiendan productos milagro para adelgazar. No es militancia: es marketing barato.

Lo más grave no es su oportunismo, sino lo que esconde. Varios reportajes lo han señalado como prestanombres de Miguel Ángel Bujanda, exsecretario de Gobierno de Monserrat Caballero, con quien lo une una antigua alianza política y personal. En el centro de las sospechas, una propiedad en Cumbres de Juárez valuada en más de un millón de dólares que no aparece en las declaraciones patrimoniales.

Mientras Bujanda se reabre paso en eventos de Canacintra, esta vez bajo el cobijo de Armando Ayala, Figueroa se mueve como actor central de un aparato que cambia de color, pero no de intereses. Su ambición no encuentra sustento en estructuras reales de Morena: ni consejeros, ni comités de base, ni liderazgos morenistas relevantes lo respaldan. Su candidatura vive en medios aliados, en rumores difundidos por sus propios operadores digitales, y en promesas tejidas en lo oscurito.

El contraste entre su discurso y su historial es insalvable. Se presenta como “empresario con visión de futuro”, pero su legado es el de un personaje que ha sabido insertarse en cada sexenio sin importar los principios ideológicos. Su paso por gobiernos panistas, sus contratos con Inteliproof S. de R.L. de C.V., y su cercanía con operadores cuestionados lo perfilan más como un comodín del poder que como un liderazgo auténtico.

Por si fuera poco, su vida pública está envuelta en lujos prestados, ranchos, caballos finos, y una imagen de influencer que presume en redes sociales como si se tratara de un currículum válido para gobernar. Su historial amoroso, que incluye desde comunicadoras hasta escorts de alto perfil, es parte de una narrativa frívola que busca vender como “liderazgo empresarial” lo que en realidad es espectáculo y simulación.

La figura de Jorge Figueroa representa un síntoma del desgaste institucional: personajes que aparecen cuando la política baja la guardia y se abre la puerta a los reciclados. No es líder, no es morenista, y no representa nada nuevo. Es la vieja política vestida de nuevo marketing.

En contraste, Marcelo Machain ya anunció que interpondrá una demanda contra el Ayuntamiento por las afectaciones personales que asegura haber sufrido, pero también dejó claro que tiene más información y está dispuesto a revelarla si es necesario.

Por lo pronto, el nombre de Jorge Figueroa ya forma parte de la conversación crítica en Tijuana. Lo que comenzó como una comparecencia técnica de Marcelo Machain, terminó revelando los cimientos podridos de una red de corrupción y ambición política sin freno.


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