
Los recientes cambios en los organismos empresariales de Baja California no son simples relevos administrativos, sino parte de un reacomodo estratégico de poder que podría redefinir la relación entre el sector privado y el gobierno en un momento clave para la política estatal. Con la renovación en la Cámara Nacional de Comercio (Canaco) Tijuana y el Consejo Coordinador Empresarial (CCE), la pregunta que surge es si estos cambios obedecen a una auténtica renovación o si responden a una reconfiguración de intereses en la antesala de la contienda por la gubernatura de 2027.
Históricamente, Canaco y el CCE han representado espacios distintos dentro del ecosistema empresarial. Mientras Canaco agrupa principalmente a pequeños y medianos empresarios ligados al comercio y los servicios, el CCE, que aglutina a 17 cámaras empresariales, ha sido el principal órgano de representación y cabildeo del sector privado ante las administraciones estatales y municipales. Este último ha jugado un papel clave en la definición de políticas económicas y de desarrollo en la región.
En Canaco, la reciente elección de Olivardo Paz marcó un precedente en el gremio de los comerciantes, pues enfrentó una férrea campaña de oposición, en la que incluso salieron a la luz denuncias en su contra y situaciones que nunca antes se habían visto en un proceso de renovación empresarial de este tipo. La polarización en esta elección dejó claro que al interior del sector comercial existen tensiones que van más allá de lo gremial, con posibles intereses políticos en juego.
En el caso del Consejo Coordinador Empresarial, la contienda fue particularmente cerrada, reflejando la división de fuerzas dentro del sector empresarial. Roberto Lyle Fritch se impuso en la elección, pero su victoria no fue fácil, pues tuvo enfrente a un cuadro fuerte representado por Gina Villalobos, ex presidenta de Canacope, quien demostró que no hay rival pequeño cuando se trata de la lucha por el poder. Villalobos, con una trayectoria de liderazgo en el comercio al por menor y con bases firmes en sectores tradicionalmente menos visibles dentro del CCE, logró incomodar a grupos empresariales que históricamente han dominado el consejo. La elección dejó en claro que los liderazgos emergentes están dispuestos a desafiar estructuras que, hasta hace poco, parecían inamovibles.
Aunque en la Cámara Nacional de la Industria de la Transformación (Canacintra) Tijuana no hubo renovación, el organismo empresarial se convirtió en el escenario de un encuentro que no pasó desapercibido: el senador morenista Armando Ayala Robles, quien se encuentra en abierta campaña por la candidatura de su partido a la gubernatura del estado, asistió a una reunión de la junta directiva de Canacintra acompañado de Miguel Ángel Bujanda. La presencia de este último generó especulación, ya que Bujanda, exsecretario general de gobierno de Montserrat Caballero Ramírez, había desaparecido del radar político tras el fin de su gestión y se había trasladado a España. Su regreso en un evento empresarial y al lado de Ayala parece enviar un mensaje de posicionamiento político.
Cabe recordar que la Fiscalía General del Estado mantiene abierta una carpeta de investigación contra Bujanda por diversas denuncias relacionadas con el presunto delito de peculado. Su reaparición en un entorno empresarial y su acercamiento con Ayala levantan cuestionamientos sobre las alianzas que podrían estarse reconfigurando dentro del empresariado local y su relación con los actores políticos que buscan fortalecerse rumbo a 2027. La pregunta que muchos se hacen es si estos nuevos liderazgos empresariales optarán por un rol más crítico frente a las políticas públicas estatales y municipales o si, por el contrario, buscarán mayor colaboración con la administración de Marina del Pilar Ávila y los alcaldes en turno.
Más que simples cambios de nombres, lo que se está viendo es un proceso de redefinición del empresariado tijuanense, en un contexto donde el poder político ha cambiado las reglas del juego. La relación entre gobierno y empresarios ya no es la de antaño, y los nuevos liderazgos deberán decidir si se adaptan al nuevo esquema de poder o si intentan recuperar el peso que tuvieron en el pasado. Lo cierto es que en Baja California, la política y los negocios nunca han estado del todo separados. Y con 2027 en el horizonte, esta relación será aún más determinante.