
Aspecto de la feria de San Marcos
Mientras Ensenada consolida su carnaval como una joya cultural del estado y Baja California presume con orgullo el éxito del Tianguis Turístico 2025 —que dejó cifras récord, una cobertura nacional sin precedentes y una inyección directa de prestigio al sector turístico— Tijuana sigue sin consolidar una feria a la altura de su realidad.
La ciudad más importante del estado, la más poblada, la más dinámica y la que carga en sus espaldas gran parte de la identidad fronteriza de México, no puede seguir teniendo una feria sin personalidad, sin narrativa y sin ambición. Basta ya de eventos grises, de esfuerzos a medio camino, de repetir esquemas desfasados que ya no generan impacto ni conexión emocional con la ciudadanía.
Ensenada lo entendió. Su carnaval no solo es fiesta: es narrativa, identidad, proyección. Logró convertirse en un símbolo local que traspasa fronteras, y lo hizo con planeación, contenido curado y una visión clara de lo que quería comunicar.
Y el Tianguis Turístico también lo demostró. Con organización, estrategia y voluntad política, Baja California logró lo impensable: poner a todo México —y a los actores clave del turismo global— con los ojos puestos en esta frontera. El evento no solo generó una derrama económica destacada, sino que además impulsó la imagen del estado como un destino diverso, moderno y competitivo.
¿Por qué Tijuana no tendría lo propio?
Existen ejemplos contundentes en todo el país. La Feria Nacional de San Marcos en Aguascalientes es el mejor referente: no solo es la más antigua, sino la más rentable, la más visitada y la que mejor combina tradición con modernidad. Es una feria que trasciende el entretenimiento y se convierte en motor económico, cultural y turístico de su estado. Lo mismo ocurre con la Feria de León o la Feria de Puebla, que se reinventaron apostando por contenidos temáticos, experiencias interactivas y una mezcla entre cultura popular y oferta internacional.
Tijuana, en cambio, tiene todo el potencial pero sigue apostando por fórmulas caducas. La feria local, en su formato actual, carece de concepto, de narrativa, de identidad visual y de ambición. Se ha vuelto predecible, carente de alma, y no refleja ni el carácter vibrante de la ciudad ni el momento histórico que vive como capital fronteriza del país.
La pregunta ya no es si se puede hacer. El Tianguis Turístico nos demostró que sí. Que cuando se alinean los liderazgos correctos, cuando hay voluntad real y estrategia comunicativa, los resultados no solo son posibles: son espectaculares. Lo que falta en Tijuana es determinación. Una visión que no le tenga miedo al éxito y que apueste por hacer historia.
Porque la feria no es un evento menor. Es una oportunidad de oro para crear identidad, dinamizar la economía, apoyar al talento local, atraer turismo y proyectar lo mejor de nuestra cultura. Tijuana merece una feria con visión, con narrativa y con impacto. Una feria que no sea la sombra de lo que fuimos, sino el espejo de lo que podemos llegar a ser.
Si Ensenada lo logró con su carnaval, si Aguascalientes brilla con San Marcos, si Baja California fue protagonista nacional con el Tianguis Turístico… entonces sí: Tijuana prepara el terreno. Pero lo tiene que hacer bien, y lo tiene que hacer ya.
Y justo ahora se abre una ventana de oportunidad. Recientemente, el Cabildo de Tijuana inició formalmente el proceso para preparar el terreno hacia una nueva etapa en la historia de las ferias de la ciudad. Una etapa que, si se hace con visión, podría marcar un antes y un después. Que esta vez no se desperdicie el momento. Tijuana ya dio el primer paso: ahora toca construir algo a la altura de su grandeza.