
En política hay incoherencias que insultan la inteligencia colectiva, pero pocas tan evidentes como la que protagonizó recientemente Judith Armenta Cruz, quien en redes sociales se lanzó contra el Ayuntamiento de Tecate por aplicar el reglamento que ella misma votó a favor cuando fungió como regidora. El detonante: el desalojo de una mujer indígena Kumiai que fue invitada a vender en el Parque Miguel Hidalgo durante los festejos del aniversario de la ciudad.
La publicación en su perfil, con tono burlón y emojis de risa, pretendía exhibir a la autoridad municipal por “echar a patadas” a la comerciante. Pero lo que no dijo es que fue ella misma quien aprobó, en Cabildo, la reforma al reglamento que prohíbe expresamente el comercio ambulante en ese espacio público.
Basta revisar el Periódico Oficial del 11 de octubre de 2019, donde aparece su nombre en la lista de regidores que votaron a favor del dictamen 003/2019. Dicho dictamen reformó los artículos clave del Reglamento para la Conservación y Preservación del Parque Hidalgo, blindando el uso del parque contra el ambulantaje. No hay ambigüedades: su firma está ahí.
La señora Armenta no es una activista indígena ni una defensora del comercio popular. Es una pieza más en el tablero de la diputada local Maythe Méndez, quien desde hace meses ha activado una guerra sucia de baja intensidad contra el alcalde Román Cota para desgastarlo rumbo al 2027. Aunque Morena ha dejado claro que no habrá reelección para alcaldes en Baja California, Méndez insiste en posicionarse como “la opción de unidad”, operando con cuadros del PAN, exregidores y perfiles reciclados como Judith Armenta.
La escena reciente no fue casualidad. Forma parte de un intento deliberado por generar narrativa de exclusión e intolerancia, aunque el fondo sea otro: recuperar el control informal de espacios públicos, que durante años fueron botín político disfrazado de inclusión. El Parque Hidalgo no pertenece a ningún grupo ni persona; es un espacio que la ciudadanía ha exigido preservar libre de comercio desordenado.
Lo más grave es el intento de etnopolítica instrumentalizada: usar a una mujer indígena como carne de cañón para fines políticos. La supuesta víctima fue utilizada como símbolo, no como sujeto. El oportunismo se vistió de causa social, cuando lo que había detrás era la intención de generar conflicto y encender las redes contra la administración municipal.
El Ayuntamiento de Tecate hizo bien en aplicar el reglamento vigente. No se puede permitir que cada actor político que quiere reflectores pretenda saltarse las normas bajo el disfraz de “apoyo a los pueblos originarios”. El verdadero respeto a las comunidades indígenas empieza por no usarlas como fichas en una guerra electoral anticipada.
El caso es un síntoma de un fenómeno mayor: la descomposición moral de quienes fueron parte del sistema y hoy simulan oposición. Judith Armenta no ha presentado una sola iniciativa a favor de los pueblos originarios. Pero ahora, desde su cuenta de Facebook, intenta erigirse como conciencia crítica de un sistema del que fue parte y al que fortaleció con su voto.
La estrategia es clara: incendiar la pradera para que Maythe Méndez aparezca como bombera en 2027. Pero la ciudadanía de Tecate ya está cansada de quienes primero legislan a favor del orden y después se indignan cuando ese orden se cumple. La memoria pública, por fortuna, también tiene capturas de pantalla y archivos oficiales.
En Tecate no hay espacio para el doble discurso. Mucho menos para quienes desde las sombras de la ambición intentan disfrazar su ruta electoral de causa social. La ciudad necesita reglas claras, instituciones firmes y políticos coherentes. Todo lo demás es oportunismo puro.
Pero Maythe Méndez no solo juega con fuego a nivel local. También es vista como una de las piezas de expansión en Baja California del controvertido Fernando Castro Trenti, conocido en los círculos de poder como “El Diablo”, actual diputado federal y viejo operador político del PRI, hoy cercano a la cúpula de Morena. Su regreso al escenario bajacaliforniano ha encendido alertas, especialmente por su historial de pactos en lo oscuro y su fallido intento de ser gobernador en 2013.
“El Diablo” ha encontrado en Maythe un perfil útil: ambiciosa, sin estructuras propias, pero dispuesta a operar alianzas cruzadas que resuciten viejas redes de control político en la entidad. Las piezas empiezan a moverse, y Tecate, por su valor estratégico y cercanía con la frontera, vuelve a ser tierra de disputa. Pero la ciudadanía ya ha visto este juego antes. Y esta vez, las cartas ya están sobre la mesa.