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¿Qué pesa más: el empleado o el marido?

La política, como la vida misma, está llena de contradicciones. Pero hay momentos en los que esas contradicciones no solo se exhiben, sino que se amplifican por la posición que ocupa quien las protagoniza. Es el caso del actual presidente del Congreso del Estado de Baja California, Jaime Eduardo Cantón, quien hoy aparece como un actor clave en la escena legislativa, pero cuyo pasado digital lo persigue con la fuerza de una captura de pantalla.

En redes sociales circula una imagen donde Cantón, en aquel entonces ciudadano sin cargo público, se lanza con furia contra Carlos Torres Torres, hoy esposo de la gobernadora Marina del Pilar Ávila Olmeda. En el mensaje lo llama, sin ambages, “pendejazo”, le recuerda que su partido lo destituyó como coordinador, y remata diciendo que la ciudadanía prefirió al PRI antes que a él como opción para la alcaldía de Tijuana.

Esos señalamientos no serían particularmente graves si vinieran de un opositor político. Pero lo dicho cobra relevancia porque, años después, Jaime Cantón se convertiría en subalterno directo de Marina del Pilar dentro de su administración como gobernadora de Baja California. Sí, el mismo que insultó a quien más tarde sería su esposo, terminó siendo parte de su equipo.

Cabe precisar que en el momento en que Cantón publicó ese comentario, Marina aún no era gobernadora y tampoco estaba casada con Carlos Torres. Pero precisamente ahí se abre el dilema político: ¿qué pesa más cuando llega el momento de compartir poder?, ¿las viejas palabras dichas con libertad o la lealtad institucional posterior como empleado?

Porque no hay que olvidar que Jaime Cantón fue parte del gabinete de Marina, con una participación discreta, pero estratégica. Y hoy, con el control del Congreso del Estado, su peso político se ha multiplicado. Desde ahí, es una figura clave para la gobernabilidad y la agenda legislativa de la mandataria.

Pero, ¿puede considerarse un aliado confiable alguien que en el pasado arremetió con tal virulencia contra el círculo íntimo de la gobernadora? Porque, guste o no, Carlos Torres no solo es su esposo, sino un operador político que ha ganado terreno e influencia en la estructura morenista de Baja California.

¿Olvidó Marina el comentario? ¿Lo perdonó? ¿O decidió que en política lo que importa no es el pasado, sino la funcionalidad presente? ¿Y qué mensaje se manda al entorno político cuando se pasa por alto una agresión pública de ese calibre?

Este episodio nos recuerda que en política no hay archivos muertos. Las palabras de ayer regresan, muchas veces con más fuerza que los discursos de hoy. Y el caso Cantón-Torres-Marina es el ejemplo perfecto de cómo el tiempo puede volverse boomerang.

También obliga a preguntarse: ¿quién manda realmente?, ¿el empleado eficiente aunque desleal en el pasado?, ¿o el marido al que nadie puede criticar sin costo?, ¿qué pesa más en la balanza del poder: la gestión o la relación?

Porque cuando los actores políticos conviven con su propio historial como si no existiera, el discurso de la congruencia se convierte en simple ornamento. Y en tiempos donde todo se archiva y todo se comparte, la hemeroteca digital también hace política.

Al final, lo que queda por definir es si la historia la escriben los subordinados arrepentidos, los esposos influyentes o las gobernadoras que prefieren mirar hacia adelante. Pero una cosa es clara: Baja California observa, y la memoria también vota.

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