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El Congreso se pinta de colores: por primera vez una persona LGBT+ preside un poder en Baja California

Baja California ha cruzado un umbral histórico. Por primera vez, una persona abiertamente homosexual preside uno de los tres poderes del estado. Jaime Cantón Rocha, diputado local por Morena, fue electo presidente del Congreso del Estado. Este hecho no es una anécdota progresista: es una reconfiguración política de fondo. La diversidad ya no está en la periferia del poder. Hoy lo dirige.

A sus 29 añosCantón representa una nueva generación que no negocia su identidad para sobrevivir en la política. Su ascenso ha sido estratégico: operador técnico, coordinador de gabinete, figura cercana a la gobernadora y legislador disciplinado. Desde la presidencia del Congreso, concentra capital político, peso institucional y la oportunidad de transformar esa visibilidad en reformas concretas.

Este momento no ocurre aislado. Baja California ha vivido una lenta pero sostenida apertura hacia la participación política de personas LGBT+. En Mexicali, el regidor Alfredo Wong López ha asumido públicamente su identidad como hombre gay. Desde el cabildo, ha promovido iniciativas de inclusión con claridad y compromiso, posicionando el respeto a la diversidad como una línea de trabajo institucional.

En 2021Regina Cornejo Manzo se convirtió en la primera mujer transexual en ocupar un cargo público en Baja California, al ser designada directora del Departamento de Diversidad e Inclusión del Ayuntamiento de Tijuana. Su nombramiento fue un parteaguas: a partir de ese precedente, otras personas trans han comenzado a integrarse a gobiernos municipales tanto en Tijuana como en Ensenada. Su papel fue pionero, marcando el inicio de una participación institucional que hasta entonces había sido negada.

También existen historias de exclusión que han salido a la luz. Israel Estrada fue inicialmente postulado como candidato a regidor en Tijuana, pero su espacio fue arrebatado por una maniobra partidista que lo dejó fuera con el pretexto de ajustes de paridad. Posteriormente, contendió como candidato a diputado local por el Partido Verde, donde enfrentó resistencias similares. Su caso es testimonio de cómo incluso en tiempos de apertura, las estructuras partidistas aún reproducen prácticas de exclusión.

Otro ejemplo es el de Lucy Avelar, candidata trans a diputada local por Movimiento Ciudadano. Con visibilidad y activismo constante, su postulación fue ignorada por los grandes medios y ninguneada por su propio partido. Su candidatura expuso la fragilidad del discurso inclusivo cuando no hay voluntad real de respaldo político ni estructura electoral.

No puede omitirse el caso de Alejandro Cabrera, exregidor de Tijuana por Morena, quien generó controversia al asumirse públicamente como bisexual sin tener una trayectoria clara en la defensa de los derechos LGBT+. Su participación fue vista por amplios sectores de la comunidad como un intento de capitalizar políticamente una identidad que nunca representó. La reacción fue contundente: el oportunismo disfrazado de inclusión también es una forma de simulación política. Y duele.

En este contexto, Jaime Cantón encabeza no solo una nueva etapa institucional, sino también una enorme responsabilidad. Ya no se trata de visibilidad, sino de capacidad para incidir. Tiene la oportunidad —y el deber— de impulsar reformas sobre identidad de género, acceso laboral igualitario, protección contra crímenes de odio y financiamiento a políticas públicas con enfoque de derechos.

Pero más allá de su capacidad técnica, lo que está en juego es la profundidad del cambio. ¿Será su presidencia un episodio aislado o el inicio de una transformación estructural? ¿Se legislará con perspectiva incluyente o se limitarán a posar para la foto? La comunidad LGBT+ no está interesada en gestos simbólicos. Exige resultados.

Morena también está a prueba. El partido no puede seguir jugando a la doble moral: proclamarse de izquierda mientras congela reformas fundamentales. La diversidad no se presume, se ejerce. Y no se adorna en discursos, se garantiza en la ley.

La llegada de Jaime Cantón a la presidencia del Congreso representa una ruptura histórica. No es una cuota, no es un experimento, no es una concesión. Es un avance institucional legítimo, respaldado por trayectoria y capacidad. Y como tal, debe medirse con el mismo rigor con el que se mide a cualquier actor del poder.

Jaime Cantón, y quienes vinieron antes o vienen detrás forman parte de un mapa que ya no puede ignorarse. Pero es Cantón quien hoy tiene el micrófono, el martillo y la tribuna. Lo que haga o deje de hacer, marcará un precedente para toda una generación.

El poder no transforma a las personas. Las revela. Y ahora que la diversidad lo preside, toca demostrar que también puede gobernar con firmeza, inteligencia y visión de futuro. Baja California no solo está lista para tolerar la diferencia. Hoy, por primera vez, la pone al frente.

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