Un perfil del influyente jesuita luxemburgués que encarna el rostro más reformista del catolicismo europeo.

Ciudad del Vaticano, 25 de abril de 2025.– La muerte del Papa Francisco ha reabierto un debate profundo dentro de la Iglesia católica: ¿debe su sucesor continuar el rumbo aperturista del pontífice argentino o marcar un viraje hacia una visión más conservadora? Entre los nombres que más resuenan en esta encrucijada eclesial está el del cardenal Jean-Claude Hollerich, arzobispo de Luxemburgo, jesuita, y una de las voces más destacadas del ala progresista europea. Su perfil teológico, pastoral y político podría convertirlo en una figura clave para liderar una Iglesia que busca reconciliarse con el mundo moderno.
Te recomendamos: Michael Czerny, el cardenal que podría convertirse en el próximo Papa
Una figura central en el proceso sinodal
Jean-Claude Hollerich, de 66 años, ha ganado notoriedad global como relator general del Sínodo sobre la Sinodalidad, el ambicioso proceso iniciado por Francisco en 2021 para repensar la manera en que la Iglesia toma decisiones y se relaciona con sus fieles. En palabras del propio Hollerich, recogidas por Vatican News, el Sínodo representa “una oportunidad histórica para escuchar verdaderamente al Pueblo de Dios”. Bajo su liderazgo, las sesiones sinodales han abierto espacios para temas hasta hace poco tabú, como la bendición a parejas del mismo sexo, el papel de las mujeres en la Iglesia, y una crítica más abierta al clericalismo.
Según La Croix International, Hollerich ha sido uno de los cardenales que más ha impulsado la idea de una Iglesia “en salida”, inspirada por el Concilio Vaticano II y revitalizada por el pontificado de Francisco. Su voz ha sido clave para articular las inquietudes de los fieles europeos y promover una renovación eclesial no solo teológica, sino también estructural.
De Japón a Roma: una vocación global
Nació en 1958 en Differdange, una pequeña ciudad industrial de Luxemburgo, Hollerich ingresó a la Compañía de Jesús a los 20 años y desarrolló una parte importante de su carrera en Japón, donde vivió durante más de dos décadas. Fue rector de la Universidad Sophia de Tokio, donde combinó la enseñanza académica con un diálogo constante entre culturas y religiones. Este bagaje intercultural ha moldeado su visión pastoral: una Iglesia abierta, capaz de escuchar y dialogar.
En 2011 fue nombrado arzobispo de Luxemburgo, una diócesis pequeña pero con gran proyección europea. Desde allí ha ejercido una influencia notable en el continente, especialmente desde que en 2018 fue elegido presidente de la Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea (COMECE), donde se ha pronunciado a favor de políticas de acogida a migrantes, justicia social y acción climática.
Lee también: Luis Antonio Tagle, el cardenal que podría convertirse en el próximo Papa
Un jesuita reformista
Hollerich pertenece a la misma orden religiosa que Francisco: los jesuitas, conocidos por su compromiso intelectual y social. En su pensamiento y acción pastoral se percibe un equilibrio entre la tradición ignaciana y una apertura decidida a las realidades del presente. America Magazine lo ha descrito como “uno de los líderes eclesiásticos más lúcidos del catolicismo europeo”, capaz de tender puentes entre posturas enfrentadas dentro de la Iglesia.
Su teología se centra en una “fe encarnada”, que no teme abordar los desafíos del mundo contemporáneo. En entrevistas recientes ha defendido la posibilidad de revisar la doctrina sobre la homosexualidad, argumentando que “la Iglesia necesita actualizar su comprensión del ser humano a la luz de las ciencias sociales y humanas”, una posición que le ha valido tanto elogios como feroces críticas.

El cardenal Jean-Claude Hollerich durante la Misa Internacional del Aniversario de agosto en Fátima. Crédito: SF
Entre las resistencias y la esperanza
No todo en el camino de Hollerich es conciliación. Su enfoque progresista le ha enfrentado con sectores conservadores, que lo ven como un símbolo de una Iglesia que estaría cediendo ante las presiones culturales externas. En particular, sus declaraciones sobre la homosexualidad, el rol de las mujeres y la necesidad de reformas estructurales han provocado reacciones en medios católicos de línea tradicionalista, como The Catholic Herald, que lo han acusado de promover una “ruptura doctrinal”.
Además, su papel como relator del Sínodo ha sido blanco de acusaciones de parcialidad por parte de quienes creen que el proceso sinodal ha sido manipulado para favorecer ciertas agendas. Hollerich ha respondido que su único interés es “hacer visible el Evangelio en el mundo actual”, y que toda transformación eclesial debe ser fruto del discernimiento comunitario, no de imposiciones ideológicas.
Puede interesarte: Pietro Parolin, el cardenal que podría convertirse en el próximo Papa
¿Un Papa del cambio sin fracturas?
Jean-Claude Hollerich encarna una posible continuidad con el pontificado de Francisco, pero no una mera repetición. A diferencia de otros “papables”, su capacidad de tender puentes entre culturas —gracias a su formación asiática y europea— y su comprensión de los dilemas contemporáneos, lo sitúan como un candidato capaz de articular el cambio sin provocar una ruptura. Sería un Papa dispuesto a seguir reformando, pero consciente de los límites que la propia estructura eclesial impone.
En caso de ser elegido, su liderazgo podría significar una apuesta por una Iglesia más dialogante, pero también más expuesta a las tensiones internas. Su edad —65 años— juega a su favor: representa una generación intermedia, con energía suficiente para un pontificado de largo aliento, pero con la experiencia necesaria para lidiar con una Curia fragmentada y una feligresía en transformación.
¿Hacia dónde irá la Iglesia?
El próximo cónclave será una contienda no solo de nombres, sino de modelos de Iglesia. Jean-Claude Hollerich representa un modelo pastoral, sinodal, inclusivo, que apuesta por la escucha, la reforma y el diálogo. En un contexto global marcado por polarizaciones, su perfil de mediador —ni radical ni inmovilista— podría hacer de él una figura de consenso, capaz de guiar a la Iglesia por un sendero de renovación sin perder el anclaje en su tradición espiritual.
Su elección, de producirse, enviaría una señal clara: el catolicismo no quiere volver atrás, sino caminar hacia adelante, guiado por la brújula del discernimiento y la misericordia.
No dejes de leer: La sucesión del Papa Francisco y el rumbo de la Iglesia: quiénes suenan como próximos papas

El cardenal Jean-Claude Hollerich y el Papa Francisco. Crédito: Vatican Media