Analizamos el perfil de otro de los principales contendientes en la elección papal que marcará el rumbo del Vaticano.

Ciudad del Vaticano, 24 de abril de 2025.- La muerte del Papa Francisco, ocurrida el 21 de abril de 2025, ha dejado a la Iglesia católica en un momento decisivo. Su pontificado —marcado por una fuerte orientación hacia las periferias, la sinodalidad como método de gobierno e intentos de abrir un diálogo con el mundo contemporáneo— cierra un capítulo progresista que ahora deberá ser revalidado, corregido o reemplazado por su sucesor. En este contexto, el cónclave que se avecina no solo definirá quién se sentará en la silla de San Pedro, sino hacia dónde se encaminará una institución que lucha por mantenerse relevante en un mundo cada vez más secularizado.
Entre los nombres que suenan con fuerza se encuentra el del cardenal Michael Czerny, jesuita canadiense de 78 años y actual prefecto del Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral. Su trayectoria, muy cercana a las preocupaciones sociales del papa Francisco —migración, justicia climática, derechos humanos— y su compromiso con los pueblos desplazados, lo perfilan como uno de los candidatos más fieles al legado del pontífice fallecido. No obstante, su perfil bajo dentro de los circuitos de poder del Vaticano y su avanzada edad podrían jugar en su contra.
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¿Cómo se elige a un Papa?
El proceso de elección del nuevo Pontífice se rige por un protocolo tan solemne como reservado. Solo los cardenales menores de 80 años tienen derecho a voto en el cónclave, que se celebra en la Capilla Sixtina. Actualmente, 135 cardenales de un total de 241 cumplen con este requisito, representando a los cinco continentes. Para ser elegido Papa se necesita alcanzar una mayoría de dos tercios, es decir, 90 votos.
El cónclave se celebra a puerta cerrada. Tras cada votación fallida, se quema el contenido de las papeletas con una sustancia química que produce humo negro. Cuando finalmente se alcanza un consenso, el humo blanco anuncia al mundo que habemus papam.
Un jesuita marcado por las luchas sociales
Nació en Brno, entonces Checoslovaquia, en 1946, pero Czerny emigró con su familia a Canadá durante su infancia. Fue ordenado sacerdote en 1973 e ingresó a la Compañía de Jesús, una congregación que, bajo Francisco, ha recuperado una influencia significativa en la Curia. Como destaca La Croix International, Czerny ha sido uno de los más firmes defensores de los migrantes y refugiados dentro del Vaticano, un tema que ha definido buena parte del papado anterior.
En 2016 fue designado subsecretario de la Sección de Migrantes del entonces nuevo Dicasterio para el Desarrollo Humano Integral, creado por Francisco para consolidar la dimensión social de la misión eclesial. Tres años más tarde, en 2020, asumió la prefectura del organismo, convirtiéndose en uno de los más altos responsables de la política social del Vaticano.
Su labor no ha sido meramente administrativa: Czerny ha visitado campos de refugiados en África, se ha pronunciado públicamente sobre el cambio climático, la trata de personas y las consecuencias de la economía extractivista, siempre desde una perspectiva de Evangelio comprometido. En palabras de Vatican News, su enfoque es profundamente “franciscano”, centrado en el cuidado de los descartados del sistema.
Después de la invasión a Ucrania, en marzo de 2022, el extinto Papa Francisco comisionó a Michael Czerny para estar la frente al frente de la ayuda humanitaria en el país asediado por la invasión militar rusa.

El cardenal Michael Czerny y el Papa Francisco. Crédito: Shutterstock
Perfil pastoral más que político
A diferencia de otros “papables”, Czerny no proviene del aparato diplomático vaticano ni ha ocupado puestos estratégicos de poder como la Secretaría de Estado. Su fuerza reside, más bien, en la coherencia de su acción pastoral con las líneas promovidas por Francisco. Su perfil recuerda al de un Papa Bergoglio en los inicios de su pontificado: comprometido con las víctimas del sistema, enemigo de los privilegios, sensible al sufrimiento humano.
En este sentido, America Magazine subraya que Czerny representa una opción de continuidad no tanto institucional, sino espiritual. Sería, en caso de ser elegido, un Papa “testimonial”, más centrado en la ética de la compasión que en la política eclesiástica. Pero este mismo rasgo podría limitar su capacidad para liderar las complejas reformas estructurales que enfrenta la Iglesia.
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Críticas y limitaciones
No todo en la figura de Czerny es celebrado. Algunos observadores señalan que su falta de experiencia en los asuntos más intrincados de la Curia podría debilitar su liderazgo. Además, su edad —78 años— es cercana al límite que muchos consideran deseable para asumir un papado con proyección de largo plazo. The Tablet menciona que su perfil compasivo ha sido a veces interpretado como ingenuo frente a las estructuras de poder eclesiástico.
Asimismo, sectores conservadores dentro de la Iglesia critican su posición abierta respecto a temas como el cambio climático, el capitalismo global o la migración, percibiéndolo como un heredero directo de una visión de Iglesia “demasiado política” que, según ellos, ha contribuido a la pérdida de fieles en los países del Norte global.
¿Un Papa profético?
Si Czerny llegara al papado, su elección enviaría un mensaje claro: la Iglesia quiere profundizar el rumbo iniciado por Francisco. Sería una señal de que la opción por los pobres, los migrantes y los olvidados del mundo no es un paréntesis, sino una línea permanente.
Sin embargo, esta vocación profética necesita traducirse también en eficacia institucional. La gran pregunta es si Czerny podría, más allá del testimonio, ejercer el poder real que requiere gobernar una Iglesia de mil millones de fieles.
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Al centro, el cardenal Michael Czerny, en misión humanitaria en Líbano. Crédito: Vatican News