Con una carrera marcada por la cercanía pastoral y la confianza papal, Prevost representa el rostro estadounidense del proyecto de reforma de Francisco. Su elección daría continuidad al giro sinodal y descentralizador del pontificado anterior.

Ciudad del Vaticano, 1 de mayo de 2025.– Tras la muerte del Papa Francisco, ocurrida el pasado 21 de abril, la Iglesia católica se enfrenta a una de las decisiones más trascendentales de su historia reciente. El próximo cónclave no solo definirá el rostro del nuevo Pontífice, sino también el rumbo que tomará una institución milenaria en un mundo cada vez más fragmentado. Entre los nombres que emergen con fuerza está el del cardenal Robert Francis Prevost, actual prefecto del Dicasterio para los Obispos y una figura clave en la estrategia de renovación eclesial del papa Francisco.
Prevost, de 69 años, combina una sólida formación teológica con una trayectoria pastoral en América Latina, especialmente en Perú, donde vivió más de dos décadas. Su perfil refleja el tipo de liderazgo que Jorge Mario Bergoglio promovió durante su pontificado: cercano a las periferias, sensible a las tensiones socioculturales del sur global y comprometido con una Iglesia sinodal y misionera.
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Un norteamericano con alma latinoamericana
Nacido en Chicago en 1955, Robert Prevost ingresó a la Orden de San Agustín y fue ordenado sacerdote en 1982. Obtuvo un doctorado en Derecho Canónico en la Universidad de Salamanca, España, y posteriormente fue enviado a Perú como misionero, donde su labor pastoral marcó profundamente su visión de Iglesia. En 2014, el papa Francisco lo nombró obispo de Chiclayo, en el norte peruano, donde destacó por su enfoque cercano a las comunidades más pobres y su impulso de una pastoral participativa.
Según informó Crux, durante su tiempo en Perú, Prevost fue conocido por su estilo de liderazgo sin ostentaciones, su defensa de los derechos humanos y su compromiso con la formación del clero local. Su experiencia en un país con fuerte presencia indígena y realidades de exclusión le dio una perspectiva que lo distingue dentro del episcopado estadounidense, generalmente identificado con posturas más institucionales.
En 2023, Francisco lo convocó a Roma como prefecto del Dicasterio para los Obispos, una de las oficinas más influyentes del Vaticano. Desde ese puesto, ha sido clave en la selección de nuevos obispos, privilegiando perfiles pastorales sobre trayectorias burocráticas, en línea con el enfoque franciscano.
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Hombre de confianza en la arquitectura del “nuevo Vaticano”
La confianza que el Papa Francisco depositó en Prevost no fue casual. Como prefecto del Dicasterio para los Obispos, el cardenal no solo tuvo bajo su responsabilidad la designación episcopal en varios países, sino también el reto de promover un nuevo estilo de liderazgo dentro del Colegio Episcopal. De acuerdo con The Tablet, Prevost ha sido un actor central en el esfuerzo por dejar atrás estructuras clericalistas, favoreciendo candidatos que prioricen la escucha, la sinodalidad y el diálogo intercultural.
Además, su presencia en múltiples sínodos y su participación en iniciativas pastorales de alcance global lo posicionan como un cardenal con una visión amplia, pero arraigada en la experiencia concreta de las comunidades eclesiales.
Según National Catholic Reporter, su estilo mesurado y su capacidad de generar consensos lo han convertido en una figura respetada tanto por los sectores progresistas como por algunos moderados del Colegio Cardenalicio. A diferencia de otros candidatos, Prevost no polariza, lo que podría jugar a su favor en un cónclave que, tras la figura disruptiva de Francisco, podría buscar una figura que consolide sin tensar aún más los equilibrios internos de la Iglesia.
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El Papa Francisco y el Cardenal Robert Prevost. Crédito: Vatican News.
¿Un puente entre América y el sur global?
La candidatura de Prevost ofrece una combinación poco habitual en el Vaticano: estadounidense de nacimiento, pero profundamente vinculado a América Latina. Este factor no es menor, considerando que los cardenales del continente americano —tanto del norte como del sur— conforman uno de los bloques más amplios y diversos del Colegio Electoral.
Su elección podría ser leída como un gesto hacia la reconciliación de sensibilidades: entre el dinamismo de las iglesias latinoamericanas y la institucionalidad de la Iglesia en Estados Unidos; entre el impulso reformista del pontificado anterior y una posible necesidad de equilibrio tras años de tensiones internas.
No obstante, también enfrenta obstáculos. De acuerdo con el vaticanista John L. Allen Jr., el hecho de ser estadounidense podría generar resistencia entre sectores que temen un papado excesivamente alineado con los intereses geopolíticos de Estados Unidos, aunque su trayectoria en América Latina atenúa en parte esta percepción.
Además, su perfil moderado podría no ser suficientemente audaz para quienes desean una profundización aún mayor de las reformas iniciadas por Francisco, especialmente en temas como la inclusión de las mujeres, el rol de los laicos o la moral sexual.
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Una opción de continuidad con matices propios
Si el Colegio Cardenalicio opta por un perfil continuista pero no rupturista, Robert Prevost podría emerger como una de las alternativas más sólidas. Su elección representaría la validación del modelo eclesial que Francisco intentó consolidar: una Iglesia que camina con el pueblo, que escucha y que no teme habitar las tensiones del mundo contemporáneo.
Sin embargo, también sería una oportunidad para imprimir matices. Su formación jurídica, su experiencia en gobierno eclesial y su mesura podrían traducirse en un pontificado más institucionalizado, aunque sin abandonar el espíritu misionero.
En cualquier caso, la presencia de Robert Prevost en la lista de papables indica que el legado de Francisco no será fácilmente descartado. La pregunta no es solo si la Iglesia avanzará o retrocederá, sino qué tipo de continuidad necesita en un mundo que exige respuestas urgentes desde la fe.
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El cardenal Robert Prevost en el Atrio del Templo de la Parroquia San Julian de Motupe, en Lambayeque. Crédito: CEP.