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Ciudad de México, 21 de marzo de 2025 .- El horror se hizo presente en el pequeño municipio de Teuchitlán, Jalisco, el pasado 5 de marzo tras el descubrimiento de un presunto campo de exterminio vinculado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). El hallazgo fue realizado por el colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco en el Rancho Izaguirre, una extensa propiedad donde localizaron restos humanos calcinados, objetos personales y estructuras utilizadas presuntamente para la incineración de cuerpos.
Las primeras investigaciones sugieren que este lugar fue empleado no solo como un sitio para la desaparición de víctimas del crimen organizado, sino también como un centro de tortura y entrenamiento forzado. Testimonios de sobrevivientes señalan que jóvenes reclutados por la organización criminal eran obligados a participar en ejecuciones y recibir entrenamiento militarizado bajo amenazas de muerte.
El Fiscal General de la República, Alejandro Gertz Manero, acusó a la Fiscalía General de Justicia de Jalisco (FGJEJ) de graves omisiones en la investigación del Rancho Izaguirre. Durante una conferencia de prensa el 19 de marzo, Gertz Manero detalló que el sitio quedó en abandono durante seis meses, sin que se procesaran pruebas clave.
El fiscal señaló que la FGJEJ no realizó levantamiento de restos óseos, análisis de las estructuras utilizadas para la incineración de cuerpos ni investigaciones sobre los vehículos encontrados en el lugar. Además, criticó la falta de registros de testimonios de testigos o autoridades locales, lo que habría retrasado la identificación de víctimas y la judicialización del caso. Ante ello, la Fiscalía General de la República (FGR) asumirá la investigación y analizará posibles delitos de delincuencia organizada y posesión de armas de fuego de uso exclusivo del Ejército.
En su conferencia, Gertz Manero le dijo a los medios que les daría acceso como una forma de completa cooperación y claridad en la información. La fecha se fijo muy rápido, el 20 de marzo. Para este recorrido, la estrategia de comunicación incluyó a un grupo de medios locales, nacionales e internacionales, además de influencers.

Imagen: EFE
Un espectáculo revictimizante
Durante la visita al rancho Izaguirre, cada medio y creador de contenido dio su versión de lo que vio en el lugar, dado que no existía información de expertos que les diera a los visitantes información exacta.
La periodista y escritora Marcela Turati (La guerra por Juárez, 2009; Fuego Cruzado: las víctimas atrapadas en la guerra del narco, 2011; San Fernando: última parada, 2023), fue una de las informadoras que tuvo acceso al recorrido en Teuchitlán. La comunicadora, que se ha dedicado a la investigación de violaciones a los derechos humanos y a la cobertura de temas relacionados con víctimas de la violencia de la guerra contra el narcotráfico en México, narró, en una de las mesas de debate de los viernes en el noticiero de Carmen Aristegui, visiblemente afectada, lo que vio en el rancho Izaguirre.
Criticó la falta de expertos en la visita, lo que llevó a que cada periodista e influencer interpretara los hallazgos según su propia percepción. “Fue un espectáculo terrible”, lamentó, denunciando que se permitió la contaminación de la escena del crimen y se manipuló la narrativa de lo ocurrido en el rancho:
“Lo de ayer fue una experiencia horrible. Fue una experiencia que si la hubieran planeado para que les saliera mal, les salió perfecto. Estuvimos ahí, las madres buscadoras, muchas familias que llegaron de varias partes del país a Jalisco a intentar ver si en ese rancho había prendas de sus familiares y tomándole la palabra al Fiscal General de la República Alejandro Gertz Manero, que dijo que iba a abrir el rancho”.
La periodista siguió contando que se sorprendió al darse cuenta que no había una logística y expertos que explicará a los visitantes de qué trataba cada espacio y cada cosa del lugar:
“La logística no se entiende todavía de quién era. La Fiscalía Estatal convocó, y la General. Primero hubo una explosión de emociones, de llantos. Llegaron las familias y se dieron cuenta que no había ropa, ya se la habían llevado. No había nadie que contará que es lo que estábamos viendo. Nadie sabía, éramos unas 500 personas entrando. Yo siento que contaminando la escena del crimen, un trabajo que todavía no ha sido bien procesado, un trabajo forense”.
En su intervención, Turati también relató que las familias de desaparecidos entraron al rancho con la esperanza de encontrar indicios de sus seres queridos, solo para descubrir que la escena había sido alterada. Algunas madres buscadoras encontraron pertenencias como mochilas y cepillos de dientes, mientras que las autoridades permanecían indiferentes ante su desesperación:
“Todavía un padre se puso a rascar la tierra y encontró una mochila y unos calcetines. Encontraron cepillos de dientes. En fin que no se entendía a que nos llevaron. Me tocó ver cuando sacan esta mochila, una maletita azul. Y todo mundo caminando por donde se podía, y algunos quitando las franjas amarillas. Y la gente que había de gobierno Estatal solo miraba. Preguntamos qué pasaba aquí en este lugar, o en este momento, qué había en esas instalaciones, o dónde estában los hoyos. Y las buscadoras que habían entrado antes al rancho y que habían hecho el hallazgo decían “es que todo lo taparon, todo lo limpiaron, es ahí donde esta esa tierra encima”, entonces no quedaba nada claro y fue un espectáculo terrible”.
La periodista María Idalia Gómez, una de las panelistas, coincidió en que la visita representó una “guerra de narrativas” en la que los medios de comunicación fueron utilizados para legitimar una versión oficial sin bases científicas. “Fuimos cómplices de la autoridad, nos prestamos a este circo”, señaló.
Este episodio deja en evidencia la falta de rigor en la investigación del caso Teuchitlán y la ausencia de protocolos adecuados para el manejo de sitios con posibles evidencias forenses. La crisis de desapariciones en México exige respuestas serias y un compromiso real con la justicia, no estrategias mediáticas que perpetúen la impunidad y el dolor de las víctimas.