Más de siete mil ejemplares del Fondo de Cultura Económica quedaron apilados en un estacionamiento del condado de San Diego, pese a que la institución asegura que fueron donados a bibliotecas y escuelas.

San Diego / Ciudad de México, 23 de agosto de 2025. — La imagen de miles de libros del Fondo de Cultura Económica (FCE) acumulados en un estacionamiento del condado de San Diego ha desatado un fuerte debate sobre la gestión cultural del Estado mexicano y el papel de la institución en el extranjero.
El episodio, atribuido al cierre de la sede del FCE en California, ha puesto en entredicho a su director, Paco Ignacio Taibo II, quien defendió la medida como una decisión necesaria para evitar “gastos absurdos”.
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Libros mexicanos, abandonados en el corazón de California
La primera versión del hecho apareció en la columna Una hasta el fondo de Gil Gamés en Milenio, donde se denunció que miles de ejemplares habían quedado expuestos sin resguardo en un aparcamiento. Posteriormente, el programa Todo Personal de ADN40 MX mostró imágenes que confirmaban la presencia de cajas con ediciones emblemáticas del FCE, entre ellas obras de Juan Rulfo, sus textos en voz del autor, depositadas junto al Departamento de Sheriff del condado de San Diego.
Según los reportes, alrededor de 7.000 ejemplares permanecieron a la intemperie, mientras que el resto —parte de un acervo superior a 90.000 títulos— había sido trasladado desde la librería que la editorial poseía en San Diego, a 28 kilómetros del lugar del hallazgo. Para lectores y transeúntes, la escena resultó desconcertante: un patrimonio literario mexicano relegado como si fuera un lote de desecho.
La indignación se multiplicó en redes sociales, donde usuarios compartieron videos y fotografías con llamados a rescatar los libros. “Están empaquetados y es súper triste, deberían aprovecharse porque es una sensación agridulce verlos así”, expresó una vecina de la zona en un video de Facebook, en declaraciones recogidas por el noticiero de ADN40.

El FCE niega abandono y habla de donación
Ante la polémica, el Fondo de Cultura Económica emitió un comunicado firmado por su gerente de Vinculación Internacional, Ezra Alcázar, en el que negó categóricamente que se hubiera abandonado el acervo. Según la versión oficial, los 90,400 ejemplares fueron donados a 27 instituciones y asociaciones civiles en Estados Unidos y a cinco en México, entre ellas la San Diego County Library, que habría recibido 70.000 libros, así como organizaciones como la American Academy of Pediatrics, South Bay Union School District, San Ysidro School District, la Escuela Migrante de Tijuana, Love Does,Escuela Indígena Ve’e Tu’un Xavi y Juguemos a Leer.
Además, reprochó las imágenes y comentarios que circularon en redes sociales. Dijo que presentaron de manera alarmista la situación y que incluso se habló de masacre o libros tirados en la calle, lo que distorsionaba los hechos.
El FCE aseguró que 63.000 libros ya habían sido entregados a comunidades lectoras y que los cerca de 7.000 hallados en el estacionamiento estaban “almacenados temporalmente” para ser reempacados y redistribuidos en los días siguientes. “Reiteramos con firmeza que los libros no se tiran”, enfatizó la institución.
Taibo II respaldó la declaración y señaló que la bodega en San Diego “no funcionaba ni como librería ni como centro cultural” y que había sido instalada en un parque industrial “por error”. Según el escritor y funcionario, mantener ese espacio implicaba costos “injustificables”, razón por la cual se decidió su cierre.
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Una crisis de imagen cultural
El escándalo ocurre en un momento en que la diplomacia cultural mexicana busca reforzar lazos con la diáspora en Estados Unidos, donde residen más de 37 millones de personas de origen mexicano, según datos del Pew Research Center.
Esta aparente falta de planificación en el cierre de la filial en San Diego envía un mensaje contradictorio frente a ese objetivo. Esos libros, que aparecieron como basura, no son basura, son ediciones que deberían haber llegado a manos de los paisanos mexicanos que viven en Estados Unidos para que puedan leer literatura mexicana.
El abandono, aún temporal, de libros considerados patrimonio literario nacional se percibe como una muestra de desprecio hacia la cultura y una decisión poco sensible hacia las comunidades migrantes.
Aunque las autoridades del FCE insisten en que el material fue entregado a bibliotecas y escuelas, las imágenes difundidas en California —con cajas apiladas en plena vía pública— han tenido un alto costo simbólico. No importa que después se redistribuyan, la foto ya dio la vuelta al país y al extranjero.
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Lectores al rescate
Lo cierto es que buena parte de los ejemplares fueron salvados gracias a la intervención ciudadana. Lectores de San Diego se acercaron al estacionamiento y recogieron lo que pudieron, temerosos de que la intemperie dañara las ediciones. El episodio ha reavivado la discusión sobre el valor del libro en la era digital y sobre las responsabilidades de las editoriales estatales.
Ojalá que asociaciones culturales de la frontera se organicen para reincorporar esos títulos a bibliotecas comunitarias y sea una oportunidad para promover la literatura mexicana en territorio estadounidense.
